miércoles, agosto 30, 2006

LA UNA Y MIL NOCHES

(Cuento sobre Bagdad)

Desde las copas de los árboles los pájaros sacuden su vigilia en direcciones contrarias. En el mar se confunde el canto de sirenas con el grito de las bestias al parir sus desgarros.

Abajo, una pequeña casa sin patios ni jardines va acumulando sus ropas sucias con una sed desesperante. Rash parece enloquecer ladrando al cielo sin saber qué ocurre, recostándose exhausto a un costado de la cama, jadeante de cansancio.Entonces, se abrieron los fuegos.Los hombres gritan y las mujeres lloran. Todo es confusión y terror. Por un instante ya no hay más cantos, ni sirenas, ni nada. Rompe el estruendo. Los niños abrazan los vientres exclamando: "Mamá!" Es ahora cuando las mujeres gritan y son los hombres los que lloran. La naturaleza parece añorar su cordura.

Un olor penetrante e irreconocible ingresa por las pequeñas ventanas de madera. Los ojos oscuros y rasgados de una mujer improvisan un cuento en el que los ángeles se enojan y pelean porque alguien se portó mal. Todas las noches se repiten idénticas. Un desquicio de una y mil noches.Viejas imágenes en forma de hongos se elevan hacia los infiernos, desde lo más negro e inflamable de los pensamientos humanos. Por fin y con un gran esfuerzo, amanece. Nahyra tiene siete años. Sus únicos juguetes son una muñeca hecha de trapo y papel, además de un pequeño castillito de arena junto a la puerta del fondo, al que cuida celosamente porque dice que ahí vive el alma de su papá. El día transcurre recogiendo los restos de lo que falta. La puerta de la casa se abre y se cierra hasta el cansancio reconociendo y reconociéndose en el rostro desesperado de los vecinos. Al caer la tarde Nahyra toma su muñeca y comienza a rezar junto a su familia, en tanto Rash observa inquieto todo aquello que se mueva un poco más allá del techo de la casa. Ya es tarde y los presuntos ángeles nuevamente se enojan. Vuelven las sirenas. En un instante, la luz lo abarca todo. El brillo sobre la casa se hace cada vez más incandescente y el ruido ensordecedor.

Aquellos ojos rasgados abrazan todo lo que pueden. Nahyra se aferra a su muñeca como único refugio y la palabra Dios resuena en todos los idiomas. Rash con el rabo escondido busca cobijo en las faldas de su dueña. El castillo y las arenas vuelan por los aires y con todas las almas. Ya no hay más puertas, ya no hay más fondo, ya no hay atrás. Sólo trapo y papel emanando humo, aferrados por un par de pequeñas manos inocentes.

Entre tanto en otro lugar de la ciudad, un olor penetrante e irreconocible ingresa por las pequeñas ventanas de madera. Allí vive Ahmed, que con sus escasos cinco años, comienza la noche rezando junto a los ojos oscuros y rasgados de su madre. Muy cerca de él hay una pelota de goma con la que mañana, antes de partir hacia la escuela, anhela jugar por un rato con su gatito. Aunque interrumpiéndolo todo, el resplandor del amanecer hoy parece haberse anticipado varias horas, más feroz y vertiginoso que nunca, precipitándose definitiva y rabiosamente esta noche sobre su casa...

DESVARIO EN TRES COPAS DE WHISKY



Empecé a las siete a.m mordiendo la almohada, realmente los sueños duelen, es difícil despertar con la sensación de oscuridad, la oscuridad es el espacio en la cama, es la realidad, es el acabar de darme cuenta que a partir de que cierras los ojos el día anterior vivirás cansado una efímera existencia, un no constante, y abre los ojos, te levantarás, me levantaré inconcluso, lleno de vacío, adoleciendo de las pareces, escuchando y escuchando mal. Es domingo, es temprano en la semana, no habrá papeles, ni jefes, ni lentes mirando a un computador, ni esa secretaria que tiene un novio imbecil que pinta las paredes prodigando amor a, ¿a qué?, a los billetes que gana su novia por acostarse con el jefe, no sé, ni debe importarme, aunque sus piernas si me importan, las de la secretaria digo, las tiene lindas, deben ser como un serpiente cuando amarra y aprieta a su presa; dos serpientes, sí, debe ser fabuloso acostarse con ella, debe ser una compañía agradable para mi cama, casi igual como lo es un whisky cuando te deja una perra y cuando has soñado con ella, por cierto, ya es hora de una copa, una copa domingo. No sé que pasa, debe ser verdad, no creo mentirme, acepto que los demás me pueden mentir, pero yo siempre me digo la verdad, por mas frágil que sea, y sí, el estar con un vaso en la mano me hace comprender ciertas cosas que en mi estado de niño no comprendo; comprendo por ejemplo que odio a cierta gente, a esas que conservan cajitas de música, o leen novelas o tratados de filosofía para luego alardear de que comprenden del todo a Descartes o a Platón, las odio tanto como aquellas mujeres que creen en la virginidad, que hacen llegar al matrimonio a un par de pendejitos sólo por follárselas, a decir verdad odio mas a esos pendejitos, o a esos jóvenes que caminan silbando por las calles como si nada pasara, pareciera que no leyeran diarios o no vieran la t.v. ( y en cierta forma eso esta bien, debe ser un sistema de entenderse a si mismo y si eso pasa que importa lo demás) deben estar enamorados, pero ya vendrán tiempos peores y empezaran a dejar de ir al cine y de besar con amor, ya leerán los diarios en cuestión de tiempo, todo es en base de cuestión de tiempo además; también hay personas que utilizan Paulo Cohelo (sino se escribe así, no importa) como autoayuda, progreso personal o mañana acabo de leerte y me irá mejor, puag! Que mierda, a estas realmente las odio- porque no van a un psicólogo y de paso invitan al Paulito, aunque debe de estar ocupado en su piedra Filosofal- creo que simplemente no las odio, simplemente no las soporto, lo que si soporto es el whisky, me serviré otra copa. Comenzaré a ir al hipódromo, desde hace algún tiempo tengo esas ganas de ir apostar, comenzaré apostando a cualquier caballo negro que juegue, no haré lógicas, no importa perder la primera vez, eso sirve para no volver, pero yo si volveré, soy un perdedor de oficio, ese es mi estado y permaneceré en ello, si fuera un ganador no me emborracharía en los bares y no golpeará a nadie o no dejara que nadie me golpeé, o no vomitara en algún parque, no dormiría en las calles o haría actos que la gente considere extremadamente malos sólo por guardar las apariencias, ¡no!, amo mi estado, además tiene su arte hacer ciertas cosas que la gente considere extremadamente malas, quiero esa apariencia de acabado, de reírme de todo, de no importarme ningún amigo que no venga a invitarme un trago, soporto esa apariencia tanto como a esa gente que va puteando al día porque sabe que le va a ir mal, lo sabe desde que desayuna, puede que sea porque el café te sabe amargo por mas azúcar que le des o por esa mujer que incompresiblemente ya no amas, es lo malo de eyacular en esa mismas piernas todas las noches, tardes o mañanas; a lo que iba es que voy a tomarme otra copa porque esta habitación con un hombre borracho es diferente, hay melancolía hacinada en cada pared, en cada ladrillo, en cada libro que aun no leo, hay fotografías escondidas en fotografías así como se esconde la verdad en lenguas temerosas, hay angustia hay pasado-futuro-presente arrumado en el diario de hoy, hay un Bukowski en el piso; me doy cuenta que amo este hombre, creo que es lo que realmente amo, la forma de vida que tuvo o debe tener, el sí sabía apostar, el sí sabía ver la vida en la muerte, sabía ser real, aprendió ganar en lo perdedor que era, a ganar para perder, a quedarse sin perro y sin mujer, sabía cuando y como colgar el teléfono, a follar sin amar, a amar sin decir, aprendió a escribir escribiendo, aprendió a ser realmente obsceno junto al teléfono que tiré porque hoy no sonó, no fingió la voz que yo necesito y odio la ausencia de sonido, de gargantas, porque la ausencia no tiene sonido, sólo onda expansiva, tu te has derretido, adolezco de tu ida, de este cuarto desnudo, adolezco de la oscuridad que me despertó mordiendo la almohada; ya perdí la cuenta de la copas, pero hoy es domingo y he tratado de comprender todo, lo único que no entenderé nunca es porque la gente usa paraguas en la lluvia, no hay nada mejor que morir de lluvia, no comprenderé tampoco porque uso lágrimas para sobrevivir a tu silencio.

Quiero morir de lluvia, de Abril, de madrugada, cuando tus besos ya no soplan, morir por morir bajo la almohada ahogando la esperanza, apretando el cuello de lo que aún me queda.Quiero quitarle el cuerpo a alguna de tus cegueras, que se apague la ceniza, oscuro el hocico el perro no podrá ladrar.Hay tres vacas desnudas en el vaso, un mundo que no quiere entenderme, los inteligentes mueren ahogados en sus propias copas, muertes de vómito, de amor, vomitando mujeres.Suicídate esta noche en mis ojos como se suicida un color en la oscuridad. Yo soy un ojo ciego, morir de sed, vivir en tu lengua para que cuando yo muera de lluvia tu mueras de cansancio.

RELATO SOBRE LOS DIOSES IMPERFECTOS


Hubo una vez un hombre que aprendió a ser dios, creaba paisajes, personas, lugares; daba vida a todo lo que por su mente pasaba, a veces pensaba muy bien antes de hacerlo, otras veces simplemente lo hacia porque lo necesitaba. Sus creaciones parecían perfectas ante él, no faltaba nada y nada estaba de más. Un día se dio cuenta que no servía de nada si no tenía alguien que viera lo perfectas que eran sus creaciones, así que creo otro igual a él. El nuevo ser al mirar las creaciones le parecieron ridículas, no tenían nada de bueno, así que el mismo dio vida a nuevas cosas, este al terminar pensó que había superado al primero, pero al primero le pareció que sus creaciones eran muy simples y sin sentido, al entrar en conflicto los dos, el segundo creó a un tercero, para que diera una opinión sobre sus obras. Este tercero a su vez las obras no le gustaron y creo más cosas, que le parecieron no tenían defectos. Y así fue, el número creció infinitamente, pero nadie estaba de acuerdo. Un día nació uno más y al ver las obras les dijo a todos, pero si todas las creaciones son iguales, el problema son ustedes que al apreciar solo las suyas y despreciar al resto, no se han fijado que sus obras ya se han destruido
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